miércoles, 29 de enero de 2025

Temporales

Qué manera de llover y de soplar... Tormentas con sus truenos y rayos, vientos agresivos que sacuden los árboles violentamente y me llenan la terraza de ramas y hojas... y chaparrones helados como cubos vaciados sobre tu cabeza.

Hasta ahora, los inventos que tenía me habían aguantado bastante bien los temporales según fueron llegando. Pero estos últimos días, se ve que ya fue demasiado. Primero noté que la cobertura frontal se movía mucho: habían dado de sí los alambritos y no quedaba ni un sólo hilo de los que había usado para coserlo a la malla, pues los periquitos dieron buena cuenta de todos. Y mientras descansaba un momento sentada en mi habitación... se levantó de golpe la techumbre de la voladera. 

Afortunadamente no se desenganchó completamente, y yo pude ver (horrorizada) cómo los hules, dos manteles, volaban hacia afuera de a estructura, quedándose enganchados en la reja que tengo puesta por los gatos de los vecinos. ¡¡Y fue toda una suerte!! Primeramente porque no se marcharon de primeras, me dio tiempo de salir rauda y veloz a atraparlos, y que pude ponerme al momento a sujetar la malla voladora.

Incluso las dos pequeñas estructuras que construí con dos marcos improvisados a modo de tejado para proteger de lo que se cuele de la malla, se levantaron. Una de ellas (la más corta) se quedó medio encajada contra la pared en un punto en el que o mides 3 metros de brazo, o necesitas un buen palo para alcanzarla. La más grande la pude colocar al momento y asegurarla.

Después de comer hubo un pequeño receso y con un palo logré retirar el marco arrancado y lo volví a colocar. De nuevo, reforcé para evitar que el viento volviese a levantarlo.

Ahora los hules están tirados en medio del salón esperando que amaine este tiempo de locos, pues entre los vientos huracanados y los chaparrones continuos, es materialmente imposible volver a ponerlos sin acabar calado hasta los huesos o accidentado por un resbalón.

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