Y los 4 Fantásticos siguen siendo fantásticos. A mediados de Noviembre los solté junto con su padre en la voladera, y no tardaron en empezar a liarla.
A fecha de hoy, siguen con los nombres que les fui poniendo en el nido. No es que haya tenido mucho tiempo para disfrutarlos y que me venga la inspiración, el clima no ha ayudado mucho 😅
No tardaron en encontrar dónde estaba la comida y el agua. Muy espabilados los 4. Además, se pedían comida unos a otros, pues Zorrillo parecía estar hasta las narices de darles de comer y se hizo un poco el Sueco en general. Disfrutó mucho de su recobrada libertad revoloteando, atusándose las plumas y bailoteándole a todo quisqui.
La Loca (que es la peque de la nidada) parece que es la que más la lía, fue ponerse cómoda y ya se encontró con Twister:
13 se lo toma todo con calma, pero me resultó más difícil enfocarla cuando les hice la sesión 😂.
Mini.pollo suele estar muy atento a lo que hace Bael, de hecho parece que se están haciendo buenos amigos y a día de hoy practican bastante los dos. Me gusta que el gordito amarillo lo tolere así de bien y hagan buenas migas. Quizá comience el "Trío Calavera" con Bael, Niki y... "Mini".
Chuache. Es la más "seriota" de los 4 Fantásticos, pero me ha llamado la atención que no parece haber sido la primera en empezar a mudar la máscara, y tanto ella como "La Loca", tienen las pecas iguales (y parecen de carácteres diametralmente opuestos 😂):
Y unas pocas fotos de noviembre de Twister y Sol, las últimas nenas de Séfora y Kiko. Que por cierto, ambas se disputan la atención de su padre, el cual lo disfruta sin disimulo. Para mi agrado, Twister ha retirado el horroroso fleki de su frente, y está realmente preciosa. Empecé a pensar que es malva violeta doble... No encuentro otra explicación a su color absorve luz. Y Sol, con ese dorado tan destacado, a pesar de ser opalina con muchísimo dibujo y la cabeza "calva", la miro con otros ojos 😂
Y ahora, retahíla de fotos de Diciembre, las últimas del año y nos vemos en Enero si todo va bien. Abre la sesión 13, que me llamó la atención ver que tiene una perlita nueva en su mejilla derecha. Apenas es de un amarillo más intenso que las primeras plumas, pero en lugar de forma de media luna, es redonda. Como no parecen estarlo haciendo los demás, he llegado a pensar que si la ha cambiado igual fue porque se la arrancó alguien.
Kiko debe de sentirse en el paraíso al tener a dos hembras receptivas. Está sensiblemente más contento que de costumbre. Ha terminado la muda y tiene buen aspecto, pero su postura no cambia. Eso sí, tengo la impresión de que ahora hace mucho más ejercicio.
Tormenta. Lástima que el balance de blancos me estuvo tocando la moral, y en esta foto me salió azul.
De momento me resulta imposible sacarle alguna foto relajada a Rubí. Espero que con los cambios que le voy dando al jaulón, el año que viene puedan estar más tranquilos cuando yo entre con el cacharro gigante a sacarles fotos.
De un corto período de tiempo a esta parte, ALGUIEN (porque estoy convencida de que es UNO SÓLO) se dedicaba a vaciar un comedero tolva. Tenía preferencia por uno sólo. En cuanto lograba dejarlo vacío, comenzaba con otro. Era como si escogiese "el favorito" para cada ocasión. Y de pronto, empezó a hacerlo de forma repartida con todos los comederos disponibles. Lo que consiguió fue un enorme despilfarro de semillas saludables. Se llenaban los depósitos y al seguir con su erre que erre, las semillas desbordaban, cubriendo la mitad del suelo de la voladera. Entre la humedad, y las lluvias, se mezclaba irremediablemente con heces. El despilfarro y lo insalubre, me obligaron a cambiar repentinamente el método de alojamiento de semillas. No lograba ver quién era el glotón, pues deduje que había aprendido a tirar con todo para alcanzar la deliciosa avena.
Probé primero a poner los comederos clásicos, quitando todas las tolvas (ya recogería después). Pero era inviable... Comederos cagados, peinetas arrancadas (incluso una me la partieron por la caída).
Quité los comederos clásicos. Ahora tengo que reponer a diario la ración con unos platos de barro que antes sólo usaba para ponerles extras. Esto me obligó a ampliar el plástico que protege del agua y el viento, pues al estar en el suelo, con los 40 cm que había de hueco libre, una tarde de temporal dejó las semillas inundadas. A ellos parecía darles igual, pero es peligroso 😅. En las fotos se ven unos germinados que tardé un día entero de más en ponerlos, y ya estaban con mucha raicilla. En su lugar y a unos 10 cm de distancia del primer plato, se encuentra otro igual, y cada mañana tiro las peladuras y el polvo que no han sacado ellos o el viento, y repongo la ración siguiente. No sé lo que aguantaré sin probar a poner las tolvas de nuevo, entre el frío que pela, la lluvia y el viento, luego en verano un calor que te torras... Me da pereza la idea de estar todo el año que viene así ¡¡JAJAJA!! Y tranquilo señor periquito (o tranquila señora periquita, que es lo más probable), cuando termine con los casi 100 litros de comida actual, no volveré a mezclar la avena con el resto.
Además de ésto, he tenido que quitar la rama de "dormir" que parecía un asta de ciervo para tener espacio sin cagar suficiente en el suelo 😂, pues la forma que quedaba me dejaba el espacio libre demasiado cerca de la parte abierta, exponiendo de nuevo la comida a la lluvia.
Y las dos últimas novedades. Para el más observador, notará que falta Arquímedes. A primeros de Noviembre noté que andaba de bajón por la muda y lo separé un par de semanas en el patio para que se repusiera (algo que ya había hecho anteriormente con éxito). Pero cuando pasó el período de rigor y lo devolví... Tuve que separarlo poco después de nuevo pero de otra forma. Me lo encontré en el suelo una mañana hecho una bolilla. Había llovido y aquello era un cenagal de heces, cascarillas y semillas desperdiciadas. Lo empujaban a menudo y solía irse a una percha para que lo dejasen en paz, pero la densidad de población ha aumentado ligeramente y sus nietos no son precisamente delicados. Aún estaban las tolvas, y con su tortícolis crónica, el aumento de población y el atosigamiento, había perdido muchas fuerzas y ya no quería subir. El sistema de separarlo un par de semanas ya no servía, y su deterioro fue evidente. Lo recogí corriendo y estuvo dentro de casa casi un mes en un espacio artesanal (que construí en un momento, aprovechando la caja de fotos con pedazos de malla verde y algunos de malla galvanizada); alternando días con vitaminas y calcicolina con días de descanso. Poniéndole vídeos de Youtube de 6 horas con periquitos canturreando. No me gustaba nada que estuviese sólo, pero dentro de casa podía oír a los demás por la ventana cuando la abría, o ponerle los vídeos cuando no estuviésemos en casa o había que cerrarlo todo.
Perdía el equilibrio para acicalarse incluso, y los primeros días le pasé un peine para quitarle las cañas de la cabeza y del cuello (era incapaz de rascarse sin caerse del palo). Poco a poco fue pillándole el truco a su nueva condición (y yo fui afinando el mobiliario de su nuevo apartamento), incluso empezó a aletear agarrado a las perchas cuando ponía los vídeos, hasta que por fin un día empezó a picotear los barrotes. Se me hizo largo, no me quiero imaginar para él.
Lo he dejado con los demás, pero en una jaula de cría en la antesala. Ya no está sólo, canturrea y es capaz de asearse usando la glándula uropigial. También trepa con más agilidad sin caerse de espaldas. Incluso corteja a Séfora, que muestra interés a pesar de la barrera y distancia que los separa. Quizá la deje con él para que haya contacto directo. No me importa separarla de Niki, aunque él seguramente opine algo muy distinto.
La última novedad, es que vengo notando que no entra el gato gigante hace tiempo. Ya no tengo restos de pelos enganchados en esquinas. No hay ramitas de mis plantas partidas, ni tierra hundida de sus pisadas. Tampoco huele a sus orines ni los peris aparecen de madrugada desperdigados por la voladera. Al principio pensé que la lluvia y los temporales quizá lo estuviese reteniendo en alguna otra zona, pero hace un par de semanas, dando un paseo, estoy casi segura de que lo encontré: era un cadáver putrefacto a orillas de la carretera, justo tras el muro de una de las numerosas fincas que rodean mi barrio. Un gato mayormente blanco, con un medio copete negro en la cabeza de una talla nada desdeñable. Me quedará la duda para siempre, pues estaba acostado del lado contrario del que se podía ver la característica mancha negra cerca de la grupa, y al estar rodeado de verdor (hundido en la maleza), no pude comprobar tampoco si su rabo estaba amputado, dándole aquel aspecto de "gatonejo".
No fue un final agradable para ese animal que muy probablemente fuese el que acosaba a mis periquitos y marcaba mi terraza como si fuese su terreno. Pero es el de esperar para cualquier gato que dejan salir a la calle como mencioné en la entrada dedicada a los gatos, y yo me he visto temporalmente beneficiada. Habrá otros, sin duda. Mientras exista gente irresponsable, habrá gatos enteros campando por las calles.
Y sin nada más que añadir a este Noviembre-Diciembre de 2025, deseo a toda persona que se cruce este blog y se haya parado a leer, muy felices perifiestas.
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